miércoles, 3 de septiembre de 2008

Cuéntame otra batallita

Estoy convencida de que una parte importante de nuestro desarrollo como personas viene de la mano de "Las Batallitas del Abuelo". Aunque no necesariamente tienen que ser del abuelo. En mi caso, mi infancia no hubiese sido la misma sin esas largas cenas escuchando todo tipo de historias, trastadas y faenas que propició y sufrió mi padre siendo chiquitillo. ¿Qué bonito es, verdad?

Pero esto mismo me creaba una incertidumbre: ¿Qué batallitas tendrán que escuchar los nenes de la generación de nuestros nietos? Algunos tiernos abuelitos sólo podrán contar lo acontecido en botellones y fiestones hasta el amanecer, entre borrachera y borrachera. Pero yo ya he empezado a hacer méritos para ofrecer a mis nietitos historias de calidad. Si bien es cierto que las adornaré un poco, porque aunque para mi hayan sido grandes momentos, no quiero que me acaben mirando con cara de ¿acaso crees que me importa? Ya sabemos que los niños de hoy en día están curados de espanto y han visto de todo, de forma que podrían ver sin inmutarse a la boa del Principito tragándose a toda la selección de baloncesto para luego digi-evolucionar en una urraca y salir volando.

En fin, que no son grandes historias, pero ¿sabemos cuál es la principal condición para que una historia sea una buena batallita? Básicamente, que sea (prácticamente) única. Por ejemplo, el contar que fuiste a cenar a un chino y acabaste de comida hasta las cejas no sirve. Pero que George Clooney apareciese a tiempo para salvarte del ataque de un minotauro sería una batallita genial, no sé si me explico... A lo que iba, yo tengo pequeñas cositas a la espalda que contar, que no van a dar la vuelta al mundo, pero de las que no todo el mundo puede hablar: participar en desfiles para Christian Dior, actuar en la calle con la mascota de la Expo de Zaragoza (cuando era enana era una gran fan del sevillano Curro)... y ahora añado una pequeña participación en un cortometraje. Eso es, Charlize Theron empezó enseñando la mitad del trasero en el anuncio de Martini, así que nunca hay que perder la esperanza... Bueno, dejando de lado las ensoñaciones, sí es cierto que, junto con 14 compañeras, voy a aparecer en un documental sobre el antiguo parque de atracciones de Artxanda, cerrado hace casi 20 años y que ahora no es más que un solar en ruinas y lleno de zarzas, donde es necesario entrar con casco cuando hay temporal. No lo hago con fines lucrativos, ya que nosotras no veremos ni un céntimo ni los demás nos verán las caras, porque nuestro cometido es hacer de fantasmas, vagando y bailando entre las ruinas del parque con máscaras blancas. Pero ya estoy ansiosa por ver cómo se lleva a cabo el rodaje, aunque sé que tampoco vamos a presenciar un gran despliegue de medios: sólo seremos las 15 fantasmitas, más el director y su cámara. Pero aún así... ¿no será una gran batallita el día de mañana?

2 comentarios:

Canichu, el espía del bar dijo...

eso, eso, empieza a amasar historia que luego de eso vivirás muchas reuniones de amigos o familiares... pero nunca jamás dejés de amasarlas.

berto dijo...

Pues ya tienes una historia más, mira que si dentro de poco te vemos con Amenábar o alguno de estos?.
Sin duda tendremos batallitas que contar y cuanto más mayores seamos más tendremos, eso seguro.