miércoles, 28 de octubre de 2009

Como borregos ante los ojos de un niño

Yo no sé qué quiero ser de mayor, pero lo que sí tengo seguro es que no me voy a resignar a disfrutar sólo 15 días al año.

lunes, 19 de octubre de 2009

Desorden de leyes y edades

Por unas razones o por otras, seguro que todos coincidimos al pensar: "Madre mía, vivo en un país de locos". Aunque también es cierto que en otros lugares se llevan la palma. ¿Quién no ha oído hablar de taaaantas leyes absurdas que no hacen sino ratificar la estupidez, aburrimiento y poco hacer de muchos políticos? ¿Por qué en Chicago está prohibido por ley comer en un lugar que esté ardiendo? ¿Por qué es ilegal morir en el Parlamento Británico? Vale, todas estas estupideces siempre nos llegan de fuera y parece que nosotros estamos más centrados. Pero hoy mi padre me ha recomendado echarle un ojo (o un oído) a la opinión de Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro, y la verdad es que me ha hecho reír. Aunque se trataba de una risa casi de autocompasión. De hecho, no veo en absoluto necesario que me ponga a explicar el porqué, ya que este fragmento habla por si solo:

"Una niña debe usar sillita infantil homologada en el coche hasta los doce años. Al año siguiente, con trece, puede consentir en relaciones sexuales. A los catorce ya podría casarse, aunque en la celebración de su boda no podría beber bebidas alcohólicas. A esos mismos catorce años puede hacer testamento pero no se le permite viajar como acompañante en una moto. A los famosos 16 años de la polémica, es mayor de edad sanitaria y puede, por ejemplo, decidir un transplante, pero no puede hacerse un piercing o un tatuaje, ni puede abrir una cuenta corriente, ni votar."
¿Alguien más lo encuentra un poco raro? ¿Estúpido, tal vez?

domingo, 18 de octubre de 2009

Exhibición para la familia. Y también para mayores.

Fue como volver atrás en el tiempo, a mi época del colegio, las pinturas de colores y el uniforme. Pero sin pinturas. No creo que se me olvide nunca la ilusión que nos hacía a todas la tradicional reunión de padres de principio de curso. Todos los padres iban a la clase de sus hijas para que la tutora les soltase la típica charla sobre los objetivos, las excursiones previstas, alguna que otra norma y recomendación... Y esa tarde, antes de que todos llegasen, a nosotras nos tocaba engalanar la aula: llevábamos un trapito para limpiar nuestra mesa, ordenábamos todo lo que teníamos dentro del pupitre, colgábamos en las paredes nuestros mejores dibujos hechos especialmente para la ocasión y cada una daba rienda suelta a su creatividad haciendo un cartelito con su nombre (claro, para que la amatxu sepa en qué silla pasa su nena los días). A los padres les gustaría, pero seguro que no era nada en comparación con lo que significaba para nosotras. Luego, cuando llegaban a casa, mis padres sufrían un aluvión de preguntas: "¿Qué os ha dicho la profe? ¿A dónde nos llevarán de excursión? ¿Os ha gustado mi dibujo? ¿A que tengo todo muy ordenado? ¿Habéis hablado con la profe de mi?"
Y ayer, choporrocientos años más tarde, vuelvo a enfrentarme al ojo crítico familiar, pero como profesora en vez de como alumna. Este fin de semana se ha organizado "Nagusi" en la feria de muestras, pensado para las personas mayores. Ahí tienen varias actividades para que participen y pasen el rato: conferencias sobre temas de su interés particular, bailes, actuaciones, chocolatada, talleres... Y pueden encontrar información sobre residencias, asistencia sanitaria, seguros, transporte, bancos, nuevos aparatos de ayuda... La verdad, es que es una idea estupenda, a la que este año me ha tocado sumarme. He sido la encargada de llevar una de las exhibiciones: una clase de Pilates. Por lo menos, fue con uno de mis grupos, y no era una clase abierta (aunque vi a señoras siguiendo la clase en mitad de los pasillos).
Claro, que cuando te lo proponen y luego lo cuentas en casa, siempre surge el "¿Y no podemos ir a verte?" Hombre... pues si. Así que, además de mi pase, pedí que me consiguieran una invitación doble para mi madre y mi novio, y mi abuela, que le mandan otra todos los años, se vino con mi padre. Y con esas nos plantamos todos allí. Mis alumnas estaban encantadas de conocer a mi madre y mi abuela (se ve que los hombres desprenden alguna vibración extraña), y mi madre era feliz poniendo cara a los nombres que tanto suele escuchar. Pero yo estaba nerviosa... Sólo se trataba de dar una clase igual que siempre, vale. Pero con gente mirando, que podían dedicarse tranquilamente a juzgar mi trabajo. De hecho, incluso apareció mi jefa, y eso ya empezaba a parecerse a un examen. Por si no era suficiente, me colocaron un micrófono con petaca, al más puro estilo "Eva Nasarre".
Por lo menos parece que pasé la prueba sin problemas. Y eso que esta vez no había preparado ningún dibujo.

martes, 13 de octubre de 2009

Tentar a la suerte

No soy supersticiosa, ni un poco. De hecho, la mayor parte de las veces que veo una escalera, siento el impulso de pasar por debajo. Sin embargo, hoy iba derechita a hacer lo mismo, pero en el último momento, algo me ha hecho esquivar esa escalerilla metálica. Luego he seguido andando, pensando en el día que era, y en por qué había hecho eso. La verdad es que le he estado dando vueltas gran parte del día. Me he sentido tan tontuna que estaba deseando cruzarme con un gato negro. Para compensar y eso.
La verdad es que he pasado un buen martes 13. Igual es que la mala suerte me sienta bien.

domingo, 11 de octubre de 2009

Coto libre de traducción

Se ve que ya empiezo a acusar la llamada "deformación profesional", y desde hace unos días me da por ir por ahí abriendo las primeras páginas de los libros, mirando los copyrights, los datos de la editorial, de la traducción... Y claro, uno de los primeros en someterse a mi análisis ha sido el que ahora llevo siempre en la bolsa para mis viajes en metro: "La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina".
¿Eh? ¿Qué es esto? Aquí tiene que fallar algo, o a mi me fallan las cuentas... 12 palabras en título, y sólo 5 en el original. Desde ese momento pasé toda la mañana deseando volver a casa para enchufarme al traductor de Google y aclarar mi curiosidad. Hombre, que las traducciones no se hacen palabra por palabra está claro pero, aunque no sé sueco, no creo que tanta diferencia se corresponda con una traducción literal. Y tenía razón.
El caso es que esto no me parece ni bueno, ni malo. Sólo muy curioso. Mucho. Porque yo creo que todos hemos pensado: "jo, ¡qué títulos más extraños tiene esta trilogía! A cada cual le encuentro menos sentido". Y resulta que ahora me entero de que los originales son "decepcionantemente" normales, y que el punto creativo se lo han dado los traductores (va a ser que por eso las traducciones tienen su propio copyright y derechos de autor). Visto lo visto, yo me quedo con la versión autóctona, precisamente por la originalidad. Si entro a una librería y veo un libro con título corrientucho, probablemente no lo llegaré a sacar de la balda. Sin embargo, un título llamativo, diferente, me hace detenerme y leer con curiosidad la contraportada. Ya me han ganado un poco.
Ya no podía dejar ahí el tema, e investigué un poquito más. A saber qué joyitas podría encontrar en otros idiomas. Mmmm... me han fallado los franceses, porque sus títulos son clavados a los nuestros. Pero resulta que los ingleses han elegido títulos que se parecen todavía menos a los originales, aunque no me terminan de convencer. Bueno, igual alguien ya está deseando saber de qué hablo, así que paso a exponer los resultados de mis investigaciones. A saber, los títulos de la trilogía Millenium en sueco, su traducción literal al español, y los que aparecen en sus ediciones en español e inglés:
  1. Män som hatar kvinnor / Los hombres que odian a las mujeres / Los hombres que no amaban a las mujeres / The girl with the dragon tatoo (La chica con el tatuaje de dragón)
  2. Flickan som lekte med elden / La chica que jugaba con fuego / La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina / The girl who played with fire (La chica que jugó con fuego)
  3. Luftslottet som sprängdes / El castillo en el aire que estalló / La reina en el palacio de las corrientes de aire / The girl who kicked the hornet's nest (La chica que pateó el avispero)
Si es que la normalidad hoy en día no parece un buen negocio. Hay que salir en busca de la originalidad.

sábado, 10 de octubre de 2009

sábado, 3 de octubre de 2009

Placa a la vista

Ya hace más de un año que recorro las mismas calles a diario para ir a clase. Y por eso mismo me da un poco de vergüenza admitir que, hasta hace apenas unos días, no había sido capaz de darme cuenta de que todos los días paso frente a la casa donde nació Miguel de Unamuno. No sé a dónde iba yo mirando cuando la placa recordatoria se plantó en mi campo visual.

Vale, ya sé que no se van a organizar peregrinaciones ni se va a levantar un templo, pero no sé... Si no me hubiese dado por levantar la cabeza, ¿nunca lo habría sabido? No es que esto me haya marcado, ni que afecte a mi vida, pero creo que tengo que empezar a ir por la calle sin mirar tanto al suelo. Nunca sabes lo que te puedes estar perdiendo.