sábado, 6 de septiembre de 2008

Correrías financieras

En el colegio todos estudiamos eso del trueque. Yo recuerdo que en mi libro venía el dibujo de un par de pastores trashumantes en el que uno ofrecía al otro unas ovejas a cambio de sacos de cereal. Parece algo estupendo, ya que podríamos conseguir algo que necesitamos a la vez que nos quitamos de encima eso que nos sobra. Aunque la verdad es que, hoy en día, no vería muy claro su funcionamiento. No sé qué podría ofrecer yo a cambio de unos chicles o de unas playeras. Además... ¿cuántos sacos de cereal necesitaríamos para comprarnos un coche?
El caso es que todo esto ha pasado a ser un melancólico recuerdo, y ha dejado paso a las subidas y bajadas de la Bolsa, a la inflación, a las variaciones de los valores monetarios, a las crisis económicas, a la compra-venta de acciones... y muchos otros términos que desconozco. Bueno, más bien, creo que la mayoría de la nosotros seríamos incapaces de entender dos palabras de esos periódicos naranjas de economía y pasamos por encima las pocas páginas económicas llenas de tablas que traen los periódicos. Al fin y al cabo, poco nos incumben las razones o las causas por las que nada podemos hacer, y lo que nos importa es el dinero que nos queda en la cartera al salir del supermercado. No sabemos por qué sube o baja el barril de brent, pero sí conocemos el precio de un café o de una barra de pan. Y al igual que nos preparamos para la Navidad, también esperamos (con menos ansias) la llegada de la cuesta de Enero y la que ahora acucia a muchas familias, la de Septiembre. ¿Conocéis esa especie de chiste o broma en la que, para olvidar un dolor de cabeza alguien se ofrece a rompernos un brazo, por eso de olvidar un dolor menor gracias a otro mayor? Pues debe ser que la mejor manera de olvidarnos de nuestra depresión post-vacacional es ver nuestras cuentas bancarias bajo mínimos. Cuando no se trata de matrículas y libros, se trata de otro materiales, o tan sólo de llenar la nevera, ésa durante las vacaciones tan sólo albergaba el famoso medio limón pocho.
Ayer mismo sufrí mi primer gran desembolso de este curso. Ya he pagado la matrícula necesaria para poder examinarme en Noviembre de mi curso de ballet. Así que "tan sólo" me falta comprar las zapatillas, tal vez unas medias, y el viaje, la estancia y comidas. Vamos, casi na'. Y como el dolor de aflojar billetes me duraba bastante y necesitaba cortar y sanear un poco mis estropeados rizos antes de quedarme pelada (tanto a la altura de la cabeza, como del bolsillo), me dirigí a una escuela de peluquería. Aquí aguardé más de una hora a que una de las estudiantes quedase libre para cogerme, mientras veía de reojo cómo la mujer sentada a mi lado no dejaba de quitarse los zapatos para hurgar en ellos buscando véte a saber qué. Otro momento curioso fue cuando la peluquera me cortó el pelo de un lado a capas, luego pasó a capear el otro lado, y al terminar cogió un mechón central. Aquí pudo ver un lado del mechón era más largo que el otro, y a la pobre se le descompuso la cara. En este momento decidí que tan sólo volvería cuando mi pelo tuviese la suficiente largura como para poder subsanar este tipo de errores sin graves consecuencias para mi cabeza. Bueno, la pobre mujer salvó el error y llegó el estupendo momento de pasar por caja. Y digo estupendo porque pagué la mitad de lo que tenía por costumbre. Y no será la última vez que me ofrezca como conejillo de indias de corta-pelos, porque merece la pena.
Es lo que tiene el dinero: a unos (pocos) les sobra y a otros les falta, y la facilidad para conseguirlo es proporcional al dinero que ya se posee. Pero lo que es común, es que todos lo queremos y necesitamos. Un tema espinoso que no podremos solucionar a base de lamentos, así que es mejor afrontarlo con buena cara. Así que para intentar ayudar, aquí os ofrezco una profunda y seria reflexión sobre el tema, a cargo de la catedrática Eva Hache. No sé si este dicurso cambiará el mundo, pero gracias a él se hizo con el premio del 4º certámen de monólogos del Club de la Comedia. Mucha suerte en vuestras inversiones, y que vivan el Euromillón y los sueños de forrarse gratuítamente.

1 comentario:

Gratistotal dijo...

si yo fuera rica, dubidubidubidubidubidubidubidá....odiado, pero necesario