Nada más llegar al gimnasio, explico al grupo que su profesora no ha podido venir, y que yo doy la clase. Sólo hay un cambio. Que esa clase suele ser de aerobic, y yo ya le dije al jefazo que yo no sé aerobic, a lo que me contestó: "Pues les dices lo que pasa y que esa clase la van a dar de Pilates". OK, 12 eurillos más para el bolsillo. Pero cuando lo hablo con el grupo, una señora se levanta y se va, con mala cara encima. Al terminar, me entero de que ha estado despotricando. Otras mujeres comentaban que no habían sudado nada, de una forma un poco despectiva. ¡Qué alegría que se aprecie el esfuerzo y el trabajo de una servidora! De paso, comentar que les he marcado una clase genial, muy bien preparada (no quería quedar mal) y que yo he acabado como un pollito. Es lo que tiene, que el ejercicio bien hecho cansa, pero para criticar y protestar casi no hace falta esfuerzo.
Bueno, pues tras esta inyección de ánimo, 15 minutos para llegar al centro de jubilados, y otra clase de Pilates. Vuelta a casa con 30 maravillosos y demasiado breves minutos para reposar mi agotado trasero, antes de coger mi bolsa de ballet y volver a hacer la calle. Esta vez, tocaba 2 horitas y media de flamenco, con casi 1 horita de metro. Conclusión: he empezado a comer a las 4.45 de la tarde.
Nada más acabar, sobre las 5.30, tras haber sacado cosas de la bolsa para meter otras distintas, adaptadas a mi siguiente quehacer, salgo otra vez a la calle, en concreto, al teatro. A las 6 estaba ya sentada en peluquería. Primero, recoger el pelo y poner la redecilla. Seguido, el maquillaje: toda la cara blanca, con ojos perfilados en negro a lo chino. Luego he estado más de 1 hora, por fin, descansando. La cola que tenían ayer en maquillaje a las 7 de la tarde me hizo pensar que era mejor ir de las primeras, y no esperar a que todo el mundo se agobie y está de mal humor. Así que con la parafernalia a cuestas he pasado el ratito encerrada en "El juego del ángel", libro que recomiendo a everybody desde ya mismo. Y por fin, a las 8 de la tarde, empezaba el ensayo general. Aunque más bien ha sido nuestra primera representación,ya que había público (casi todos familiares de los que estábamos en escena) y ha salido todo tan bien que no ha hecho falta parar para nada. Primero, abrigo zarrapastroso y gorro de invierno para, garrafa en mano, hacer la figuración del primer acto, donde sólo somos pueblo. Seguido, otro paso por peluquería, a colocarnos la peluca de ancelles (como gheisas) y la respectiva corona, y cambiar harapos por bata-kimono de lo más elegante. Pasamos casi todo el segundo acto en escena, aunque mucho rato sentadas, sin movernos, con grandes focos ayudando al efecto invernadero bajo el kimono y la pesada peluca haciendo que notes las palpitaciones en tu cabeza. Segundo descanso. ¿Descanso? No caerá esa breva. El tiempo se pasa de nuevo en peluquería, cambiando a la peluca de prostitutas, muchísimo más cómodas. Y corriendo al camerino porque hay que "vestirse" de mujer semidesnuda en 5 minutos. Está claro que el kimono fino es más fresquito (que no cómodo, porque se engancha con todas las esquinas que pilla), pero ya sabemos que lo bueno, si breve, 2 veces bueno. ¡Protesto señoría! Eso no es cierto. Tan breve, que enseguida estábamos otra vez colocándonos la peluca de ancelle y la gran bata para el saludo final. Sencillamente agotador. Pero todo merece la pena cuando por fin miras al patio de butacas, todavía a oscuras, y mientras todos saludamos piensas que, aunque sólo sea una ínfima parte del estruendo de aplausos también te lo mereces tú. Ha sido un éxito. Y la verdad es que la producción lo merece. Los cantantes te dejan, literalmente, con la boca abierta y cara de tonta, y no tengo palabras para definir todo el montaje escenográfico, los decorados, con paredes de piedra que se abren, el vestuario, que es un auténtico lujo... De verdad, es necesario verlo para entenderlo. Yo colgaré alguna fotillo, pero hasta que complete el book, podéis ver las que he descargado de la página de la ABAO.
Nota de una bayadera: en la primera foto, de las chicas que están de espaldas, yo soy la que está más a la derecha. Y en la última, entre el grupo de chicas agachadas a la derecha. Siiiiii, es verdad que estoy ahí.
Bueno, voy a dejarme caer ya entre las mantitas, porque llevo todo el día durmiéndome hasta de pie, y por la noche me desvelo. Por lo menos, no tengo más ensayos, hasta el sábado que es el estreno, así que intentaré actualizar esto más a menudo. Porque luego, sino, hay que contar todo de golpe. Y una ópera de casi 3 horas da para mucho.
Nessun dorma.
2 comentarios:
Pues otro aplauso por tu obra por aquí y... ejem... teniendo en cuenta el principio del post, que me mantengo en mi peso ideal, (cosa que no quiero cambiar) pero que tengo trìpita pequeña pero tripita... esto... profesora de pilates, no' ejem... habría que hablar de tratos... ejem...
Pues esque Madrid me pilla un poquito a desmano, y como no te quieras dar tú una vuelta por Bilbao... Aunque después de hoy, que me he quedado dormida y no he ido a dar una clase, si acabo en la calle y me ponen una línea de metro a Madrid, ya veré cómo nos apañamos... jeje
Y de esa tripita de la que me hablas... Si es pequeñita y no te cae bien, todavía puedes deshacerte de ella fácilmente. Seguro que no te resulta nuevo lo de comer bien (no poco, sino sano), hacer algo de ejercicio. Por otro lado, y que Dios me libre de querer insinuar nada, ni querer apartarte de ella, pero... igual la cerveza tiene algo que ver... Perdón por el atrevimiento...
En cuanto al trato, ¿qué te parece una clase de Pilates a cambio de uno de tus libros firmado? Así ya lo tengo para cuando triunfes.
Que la cerveza te acompañe (no la abandones nunca)
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