miércoles, 28 de mayo de 2008

¿Se estropea la máquina?

Ya sabéis (y sino, ya veis que nunca es tarde) que una de mis ocupaciones actualmente es la de dar clases de Pilates a jubilados. No es complicado, ya que son personas mayores, no deportistas de élite. Durante muchos días se han dedicado a engordarme un poquito la moral. Es como tener 20 abuelas de golpe, diciéndote lo guapa y estupenda que eres, y la envidia que te tienen. Yo siempre les contestaba: "Envidia les tengo yo al verles así con sus años. A saber cómo me pillarán a mi los años..."
Pero el pasado viernes, y teniendo en cuenta que yo siempre hago con ellos los ejercicios, tuve que desistir en mi empeño, porque mientras ellos seguían con tranquilidad un ejercicio, a mi se me empezó a subir la bola. Y hoy, en otra clase, algo ha pasado con mi cuello, que me he pasado casi todo el día sin poder girar la cabeza hacia la izquierda.
Yo creo que me empiezan a tener compasión. Hoy ya me han recomendado un osteópata. El día en que empiecen a pasarme alguna de sus pastillas, decidiré dedicarme a otras historias, como a la cría de pollos de colores, o a la recopilación de sobres de azucarillos.
Saludos viejunos...

2 comentarios:

Canichu, el espía del bar dijo...

estoooo... ¿no te habrás tomado el elixir aquel de "la muerte os sienta tan bien"?

Bayadère dijo...

jajaja Pues creo que no, por lo menos conscientemente... Aunque ahora que recuerdo las imágenes, creo que no me apetece mucho. Yo acepto mis estropicios tal como me vienen. Y alguna aspirina...