Y eso que las mini vacaciones campestres no han sido tan ruinosas como esperaba. Yo ya dije que soy de ciudad 100%, aunque en ocasiones lo podemos dejar en un 80%. No puedo negar lo agradable de sentarse en una tumbona a leer al aire libre, aunque casi tenga que sujetar las hojas con piedras para que el viento me deje terminar la página. Paseos en bicicleta, meriendas familiares y visitas gatunas a las puertas de casa completan toda mi rutina en estos días. Son mundos totalmente diferentes, y te cambian hasta los biorritmos. Pero como dijo algún sabio: "Lo poco gusta y lo mucho cansa", así que con cinco días estoy servida.
Gracias a Dios, no todo el mundo comparte mi opinión, y yo me he llevado una gran sorpresa: hasta ahora, en mi pueblo había 2 personas censadas, ¡¡y ahora hay 5!! Alguna vez había oído hablar de una vuelta al campo y a los pueblos, aunque nunca pensé que fuese real. Bien es cierto que cada día hay más negocios de casas rurales, y cada vez más gente quiere pasar unos días en el campo, pero yo eso no lo veo muy significativo cuando esas mismas personas vuelven a la ciudad y se re-convierten en adictos al coche y derrochadores compulsivos. Pero supongo que, como la mayoría de las cosas en esta vida, todo se reduce a fluctuaciones, idas y venidas, modas... Nosotros pasamos de tener rachas estupendas a hundirnos en la miseria antes de volver a subir; después de los pantalones pitillo llegaron los de campana, para dejar paso de nuevo a los estrechos; algunas profesiones se ponen de moda por su gran porcentaje de ocupación, y de golpe la mitad de los trabajadores de encuentran en la cola del paro... Y puede que ahora lo veamos en nuestras abarrotadas ciudades. Hace años los pueblos se vaciaron por la necesidad de buscar medios con los que salir adelante, y llevamos mucho tiempo viendo cómo las ciudades crecen día a día, incluyendo el tráfico, ruidos y ajetreos varios. Aparecen incluso nuevas enfermedades que tienen su origen en el ritmo caótico de nuestras vidas, que giran muchas veces en torno al trabajo, el dinero y las preocupaciones que nos acarrean. Y de repente, alguien se acordó de que los campos verdes, los caminos de tierra y los sonidos de la naturaleza siguen existiendo, y decidió darse una vuelta. Y vio que era bueno. Y se lo contó a su vecino. Y se fue propagando.
De esta forma, va a resultar que pasear por los prados con las vacas se va a poner de moda hasta en las altas esferas, y pronto podremos ver a la Beckham recogiendo ajos. Un poco exagerado, tal vez, pero la visita a mi pueblo de toda la vida me ha descolocado. Es tan pequeñito que conocía a toda la gente con la que me cruzaba. De hecho, gran parte es hasta familia, tías-abuelas, primos lejanos, el hermano del tío de tu madre... ya se sabe. Pero esta vez a penas he visto caras conocidas. Hay muchas familias nuevas, surgidas "de la nada", gente sin ningún tipo de vinculación con el pueblo que en algún momento han decidido comprar una antigua casa en este pueblo burgalés, con apenas 30 o 40 casas, pocas farolas y ninguna tienda. Yo no lo entendía, y la verdad sigo sin entenderlo mucho. Y para muestra, un botón: enfrente de mi casa han puesto una casuquilla a la venta. Aquí podéis ver el anuncio en Internet. Espero, por otro lado, que todo esto no provoque que mi pueblito typical burgalés no acabe perdiendo su encanto. Hay gente dispuesta a pagar grandes cantidades por 4 paredes en medio de ninguna parte. Está claro que yo no me lanzaría a una compra de este estilo, porque tiene que haber de todo en estos mundos de Dios, pero me gusta ver que la gente empieza a apreciar estas pequeñas cositas. Con un poquito de suerte, poco a poco comienzan a expandirse las virtudes del mundo natural y vemos cómo aumenta la preocupación por mantenerlo en forma. Y puede que hasta veamos un resurgir del sector primario, que tan precariamente sobrevive.
Tal vez sea demasiado optimista. Tal vez.
Tal vez sea demasiado optimista. Tal vez.
2 comentarios:
hola, la verdad es que eres muy optimista, yo creo que la gente está volviendo a los pueblos, pero como segunda residencia, para estar unos días o fines de semana, pero no para vivir, y mejor porque sino perdería su encanto, es una maravilla, pero como tu dices para escaparte unos días, no para más.
Un saludo.
yo creo que un tipo de gente volverá a los pueblos cuando vaya avanzando más los términos y condiciones del trabajo desde casa con ordenador y si los precios rurales siguen igual y si estos medios rurales están cerca de grandes ciudades. Pero no será la vida rural de siempre. En todo caso, yo soy de ciudad, me encanta el campo y la montaña, soy un amante de ello, pero soy de vivir en ciudad...
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