sábado, 28 de febrero de 2009

Tiempo de descanso

¡Pobre ilusa! Cuando supe que tenía una semana entera de "vacaciones" en el instituto por Carnavales, de verdad llegué a pensar que iba a disfrutar de unas cuantas tardes libres.
Enseguida ocupé las dos primeras con esas cosillas que sabes que tienes que hacer, pero nunca tienes tiempo. Así que me lié la manta a la cabeza, hice unas cuantas llamadas, y el lunes me tocó visitar a la fisio (que ya llevaba unos cuantos días durmiendo de costado "por obligación" gracias a unas ya desaparecidas contracturas en la espalda) y terminé por pasarme un momentito por las piscinas.
El martes lo cambié por el dentista, al que no visitaba desde hacía 4 años. Lo recuerdo porque quiso quitarme las cuatro muelas del juicio antes de empezar la universidad, y para mi eso fue razón más que suficiente para pillar más manía aún a esta gente que se gana la vida hurgando en babas y bacterias bucales ajenas. Pero a estas alturas de la vida, y con todas mis muelas en su sitio, vuelvo al dentista con los mismos nervios, dando por supuesto que no me voy a librar de unos cuantos empastes. Pero se ve que Dios escuchó mis amargas súplicas (si, aborrrrrrrrezco a los dentistas) y no tengo ninguna caries ni nada por el estilo. Aunque se ve que el hombre tiene pocos clientes y mucho tiempo libre, y me mandó una limpieza bucal. Porque si. Traducción: otra tarde ocupada. Además, todavía tuve tiempo de terminar la tarde con unas visitas familiares de esas que están pendientes desde hace meses.
A mitad de semana, dedico mis horas de vacaciones para hacerme la radiografía maxilofacial que se le ha antojado al dichoso dentista y paso el resto de la tarde con mi abandonado muchacho, que tengo la sensación de que cada vez nos vemos menos. O por lo menos, no tanto como a mi me gustaría... Para celebrar que tenemos un ratito para los dos, nos damos el capricho de entrar en un bar que presume con carteles de tener los pintxos de tortilla de patata ganadores de no-se-qué concurso de pintxos. Nueva traducción: sablazo a la cartera por una tortilla de patatas que sí que estaba buena, pero que no me importaría cambiar por la de mi propia amatxu o mi suegra. Bueno... Un día es un día...
Es jueves y la semana está a punto de acabar, pero a mi todavía me queda pasar por mi limpieza bucal, en la que no sólo me rascaron todas las piezas con un chirrido asqueroso y me las rociaron con un chorro de bicarbonato, sino que consiguieron que ese mismo bicarbonato me quedase esparcido por media cara, llegando incluso al flequillo. Menos mal que siempre me quedo con los ojos cerrados, porque no quiero ni saber lo que me hicieron. Al terminar, y ya con la cara lavada, hago algunas de esas compras que siempre acababa olvidando, como un corrector anti-ojeras y una cadena para atar la bici. Más tarde había quedado con una compañera de clase que tuvo que dejar de venir al instituto por unas razones un poco desagradables y a la que ya tenía ganas de volver a ver.
Hoy viernes sí que parecía ser, por fin, mi día libre. No del todo, porque he tenido que hacer una sustitución en otro centro de jubilados, pero la tarde era para descansar. Meeeeeeeeeec!! Error... Hoy me he estado haciendo cargo de una primita pequeña. Y aunque he llegado más tarde que nunca a casa, ha merecido la pena volver a montarme en el típico tren de la bruja a recibir escobazos en la cabeza. Es una pena que la nena haya decidido quedarse con los dos globos que nos han dado, ya que... ¡¡¡uno era mio!!!
Y así, casi sin enterarme, se me han acabado las vacaciones. Ojo, que no es lo mismo que "tiempo libre".

4 comentarios:

Canichu, el espía del bar dijo...

que te sableen por una tortilla de patata es lo típico que se te pone cara de pócker...

Ekhi dijo...

Si mi hermana te escuchara desde su isla...

Falete dijo...

mira wapa, lo del dentista nos pasa a todos. El truco es ir siempre con ropas anchas para poder empuñarla con todas tus fuerzas cuando cogen esos taladros que te meten entre diente y diente, propinita para la encía. ¿O no es verdad? :)

Ahora hablando en serio (aunque lo anterior no era coña), no sé cómo será tu chico, pero a los caballeros nos encanta que las señoritas nos sorprendan siempre: la próxima vez ni bar ni leches, le haces la tortilla tú en tu casa, le dices que vaya a hacer una cosa que normalmente no le gusta, para que vaya con mala cara y luego le cambie radicalmente. Lo mismo he dicho una burrada, pero eso a mi me pondría farruco!

betxos!!!!!

Bayadère dijo...

Es que lo de la tortilla tiene sus bemoles... ¡¡qué premio ni que niño muerto!! Así que para la próxima, Falete, me anoto tu consejo, que de burrada no tiene nada. Además, aprovecharé y meteré por dentro algo de txaka, o jamón y queso... ¡¡Y que les zurzan a los del pijo-bar!! A ver si os enteráis, que es una tortilla de patata, no tostas con magret de oca, hombre ya!!
Y después... a lavarse bien los dientes jaja.
Besos a los 3