miércoles, 15 de abril de 2009

Con buena cara

Nos hemos quedado con el regustillo del verano, justo antes de volver a nuestras rutinarias ocupaciones. Porque resulta que el tiempo no nos ha acompañado "muy mucho" en las vacaciones. Vamos, que el viernes me fui hasta Castro para ver la Pasión Viviente, y lo único que vi fue un gran desfile de paraguas y camillas y mantas de la Cruz Roja hasta que decidieron suspenderla (qué pena me dio ver llorar a los pobres actores, que estaban al borde de la hipotermia, y aún así querían tirar con todo p'alante), y menos mal que uno de mis grandes planes era bajo techo y en local climatizado. Celebré los "5 aniversarios y medio" en el restaurante italiano "La Tagliatella", al que le hago un poco de promoción porque se lo han ganado. La comida está de muerte, a unos precios más bajos de lo que se suele ver en estos restaurantes, y respecto a las cantidades... sólo diré una cosa: raciones de pasta para compartir de medio kilo. Vamos, que eso sí que es sacar rentabilidad a los dineros. Sobre todo si se tiene la misma suerte que nosotros, que tuvieron que cambiarnos de mesa antes de terminar de cenar para poder sentar a un grupo enorme de gente, y por las "molestias" nos invitaron a los postres. Así que, aunque con lluvia de por medio, acabamos el sábado con el estómago lleno y los bolsillos 12 euricos menos vacíos.
Sin embargo, ayer, con las vacaciones tocando a su fin, aparece el sol y el calorcito. Dicen que mejor tarde que nunca, así que nos lanzamos a la playa como locos, como esas lagartijas que todos llevamos dentro y que están aburridas de cargar con el paraguas hasta para ir al baño (que nunca se sabe dónde te puede sorprender un chaparrón). Fue muy agradable pisotear la arena, darnos una alegría p'al cuerpo con el primer helado de la temporada... para que hoy seamos plenamente felices al levantarnos con la ciudad envuelta en una espesa niebla gris, y nos dirigimos a nuestros trabajos acompañados por nuestra gran compañera, la asquerosa lluvia. ¿Por qué será que algo tan tonto como el tiempo nos influye tanto en los ánimos, en la cara con la que salimos de casa? Bueno, por lo menos yo he encontrado una forma de mejorar mi día: gracias a un cursillo de flamenco que me tenían un poquito "asustada" (por eso de verme demasiado torpe como para seguir la clase) pero que ha resultado ser muy divertido, y no complicado. Además, me ha alegrado mucho encontrarme allí con una conocida, poder hablar un poquito, saber qué es ahora de su vida, poder dar una clase juntas... Igual de fácil que el mal tiempo nos tuerce el ánimo, otras sencillas cosas nos pueden alegrar la cara. Tal vez sólo sea cuestión de saber verlas.

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