viernes, 26 de diciembre de 2008

Las sobras

Ha terminado el primer asalto de las fiestas.
Y, aunque parece ser que es algo cada vez menos frecuente, yo todavía disfruto de la Navidad. Además, llevo unos días deseando que llegue ese cursillo de ballet, que por fin empieza mañana. Así que no entiendo por qué ahora tengo dentro este "no se qué, que qué se yo"... Y he pensado que igual era buena idea soltar aquí el rollo, a ver cómo me quedo después.
He pasado dos días en que los que lo único que he hecho ha sido preparar comida y, por supuesto, comérmela. Vamos, nada diferente a otros años. Y los que nos juntamos ayer por la noche para cenar en casa de mi abuela, y hoy en la nuestra, somos los mismos de todos los años, no ha faltado nadie. Tampoco hemos tenido que soportar discusiones en la mesa, ni se nos ha indigestado el turrón... Vale, el día de Navidad siempre es un poco "tonto", porque terminamos de comer casi a las 6 de la tarde, y después de recoger las sobras, para cuando quieres moverte son casi las 8 de la tarde. Como además es festivo, no puedes hacer nada porque en la calle está todo cerrado. Pero bueno, todos los años han sido iguales: un paseo para tomar contacto con el frío, y pa' casa. Luego, los cuatro nos sentábamos a la mesa ya desmontada para atacar las sobras de la comida: algo de lomo, unos pintxos de txaka, panecitos con paté, espárragos, restos de turrón... mientras veíamos la típica película en la que seguro que sale Santa Claus, o es de Disney. No son grandes planes, pero siempre ha sido así para mi, y me gustaba. Pero es que este año he llegado a casa: mi hermana no ha vuelto todavía, mi padre estaba dormido en el sofá y no ha tardado en trasladarse a la cama, y mi madre apenas ha cenado. Encima, mientras cenaba yo sola, me han llamado para decirme que igual me dan más trabajo. ¿Y eso es bueno? No lo sé, porque en uno de los centros de jubilados han formado un grupo más de Pilates, y quieren que yo les de la clase. Oír eso me gusta, por supuesto. Pero es que... si de lunes a viernes sólo tengo tres medias mañanas libres, que además suelo aprovechar para hacer recados, labores en casa, o estudiar para los exámenes, y ahora se va a reducir a una sola mañana... ¿Hasta que punto me merece la pena, teniendo en cuenta que económicamente no voy a notar un gran cambio? Pero ahora siento que si esas mujeres se quedan sin la clase que esperan, es por mi. Ains, pero qué día más raro para llamarme y comentar asuntos de trabajo, ¿no?
Pues eso, que me va a tocar irme a la cama con el día raro. Porque no, no me ha servido para encontrar una explicación. Así que supongo que, simplemente, son cosas que pasan, y que mañana me levantaré con otro ánimo, y todos comeremos las sobras del día anterior.

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