lunes, 1 de junio de 2009

Las vacaciones llegan entre rosas y patatas a la riojana

A ver, qué hora es... En la esquina de la pantalla el reloj marca las 18:08 (aunque no creo que termine de escribir y publicar hasta la noche jeje). ¿Ha fallado algo? Si yo a estas horas tendría que estar en el instituto. ¡Si no fuese porque estoy de vacaciones! Bueno, de momento, esto no es sinónimo de tener las tardes libres, porque ya tengo unos cuantos "deberes" con los que ocuparme, pero por algo se empieza. Aunque sólo sea por tener un ratito para volver al blog.
La semana pasada me tocó dar el empujón final al tema de los exámenes, y aunque todavía no tengo resultados, creo que me puedo dar por satisfecha. Aunque no tanto como me sentía mientras apagaba el ordenador o mientras bajaba la escalinata por última vez con libros y cuadernos en el bolso. Todavía tengo que ir a ver algunos exámenes, a por la notas, matrículas... pero eso es como un paseo.
Ha llegado todo de golpe: el calorcito, el rescate del atuendo veraniego, las tardes libres... y oye, me está sentando de maravilla. Y aunque todavía queden algunos asuntos "pululeando" sobre mi cabeza, eso de salir a la calle en manga corta y que me de el solecito, parece que lo hace todo más sencillo y agradable.
De momento, tenía pensado haberme pasado por aquí antes, pero al final el fin de semana me ha salido algo movidito. El sábado empezó como las anteriores semanas con el ensayo para el festival de ballet (que se acerca inexorablemente), y estuvo bastante bien, aunque nunca terminaré de acostumbrarme a ese calor pegajoso que nos inunda toda la mañana. Y por la tarde, estuve viendo un espectáculo que se supone que era de acrobacias con coches, derrapajes imposibles, pruebas super-hiper-arriesgadas... pero creo que voy a dejarlo en un "por lo menos fue un plan para pasar la tarde".
Y el domingo es cuando se montó la gorda. O la de la rosa. Vamos, la fiesta del PSOE en la feria de muestras. Yo sólo sabía que iba a haber discurso del Lehendakari y del Presidente, que todo iba a estar lleno de gente que, tras escucharles, iban a disfrutar de una comida popular y una especie de verbena. Bueno, y también sabía que yo tenía que llevar mi DNI, camisa blanca y pantalón y zapatos negros para servir las mesas. Lo primero que me llamó la atención fueron las escasas medidas de seguridad. Fuera de la feria había una tropa enorme de furgones, policía, seguridad... pero resulta que a mi ni me pidieron el DNI. Seguro que tiene una explicación lógica, pero yo todavía no la he encontrado. Bueno, tras reunir a todo el batallón de servicio y dividirlo por grupos, nos vamos todos hacia el pabellón. Y ahora llega el momento en que no sé cómo explicar la sensación de angustia al ver el percal: "¿Y tenemos que servir patatas a la riojana a toda esta gente?" No sé quién organizó el cotarro, pero lo felicito, porque no creo que fuese posible rentabilizar mejor hasta el último centímetro cuadrado. Con las mesas corridas de varios metros de longitud, tan pegadas entre ellas, las sillas y los vasos de plástico, las banderolas... eso parecía un campamento. Llegamos a ver el final del discurso de ZP, que tras soltar la gran-frase-de-acabar-discurso-por-todo-lo-alto, se vio (nos vimos) envuelto en nubes de humo y confetis, con los equipos de música a todo volumen, y rodeado por los gritos histéricos de todos los que estaban allí, agitando banderas y pancartas hasta el límite del dislocamiento de hombro. De repente, del campamento me había trasladado a la cabalgata de Reyes. Porque tampoco hay tanta diferencia entre unos chicuelos y unos jubilados enloquecidos por la visión de una comida popular, ni entre unas quinceañeras en estado de hormonación compulsiva antes de un concierto de Bisbal y esas señoras luchando por dar un par de besos a un político. Por lo menos, mientras esperábamos, pudimos disfrutar del curioso espectáculo. El resto es fácil de imaginar: las personalidades no comparten vajilla de plástico con sus fans, pero a éstos ya poco les importa, y sólo se preocupan por pedirte otro cacho de pan cuando todavía ni siquiera se había terminado de repartir al fondo de la mesa, o por protestar por la escasa cantidad de guisado, o porque no me dejan servir más patatas en cada plato, o por mostrarse incapaces de entender que no puedo servir a las mesas que no son de mi rango, por muy apretada que tenga que pasar junto a ellas. Curiosamente, hubo un hombre a quien le hubiese permitido mostrarme su mala cara, pero tuvo el detalle de no hacerlo. Supongo que entendió que si le tiré un vaso de tinto por la espalda, fue porque algún mamarracho medio toñado por el orujo no se había percatado todavía de que el espacio era reducido, y no sólo no me facilitaba el trabajo, sino que sin imnutarse me empujó la bandeja con la que iba recogiendo los vasos abandonados por las mesas. ¿A cambio de qué? De un buen cacho de pan que afané, un trozo y medio de tarta, y algunos euros que están por venir. Ah, y también la oportunidad de comprobar (para que nunca se nos olvide) que siempre nos va a tocar encontrarnos con gente dispuesta a tocarnos un poco la nariz, así que conviene armarse de paciencia, un poco de relajo, y una sonrisa tan grande como puedas forzarla.

2 comentarios:

Falete dijo...

Ayyyyyyy Baya mía, has tocado el tema político (porque has hablado de política, reconócelo), así que aquí está el pesado de Rafa para comentar (te aguantas). Primero, repasemos una parrafada tuya:

''El resto es fácil de imaginar: las personalidades no comparten vajilla de plástico con sus fans, pero a éstos ya poco les importa, y sólo se preocupan por pedirte otro cacho de pan cuando todavía ni siquiera se había terminado de repartir al fondo de la mesa, o por protestar por la escasa cantidad de guisado, o porque no me dejan servir más patatas en cada plato''

Con mis palabras no quiero animarte a votar a Mayor Oreja, guipuzcoano de pura cepa y otrora segundo hombre más votado de Pais Vasco. No. Yo no he votado en estas elecciones porque, sencillamente, cada vez me siento más estafado.

Los hooligans, hooligans son. Y están en todas partes. Del Manchester, del Chelsea, del Barça o del Madrid. Del PSOE o del PP. Por eso no te pidieron ni DNI ni nada. La policía sabe perfectamente que el cafre que se ponga a increpar al político, va a salir apedreado del recinto. Los militantes del mitin son la Policía paralela, cuya sirena es el himno, el colorcillo rojo de las banderas y los saludos del guapo de nuestro presidente.

Pero, ¡ay!, ¿ese trato señorial a las encargadas del catering? ¿UN SOCIALISTA? ¿ABOLICIÓN DE LA ESCLAVITUD? ¿DERECHOS DE LA MUJER? ¿HOLA? ¿LLAMANDO A LA TIERRA?

¡Qué fraude de país! Se lo digo a Merce y a Chus, pero a ti también, Baya, CHAPÓ por denunciar estas cosas. No podemos naturalizar lo que es malo, y no dejarnos tumbar por el miedo a pedir decencia. En fin, aguanta, y la próxima derrama un tinto y pégale con un guante de látex (como en el teatro, que es lo que son los mítines al fin y al cab)

Bayadère dijo...

Pues si, no lo voy a negar: he hablado de política. Pero igual que siempre, no me posiciono, y si hablo es para despotricar (que eso me encanta), porque cada vez encuentro menos razones para no hacerlo.
Como mucha gente, creo que este domingo me voy a quedar en mi casita porque, a parte de que va a hacer malo y estoy harta de ir siempre a votar con paraguas, tengo otros "compromisos": a ver... ¿fórmula 1, o bajar a las urnas? ¿Me quedo con el bi-campeón Alonso o con algún político de esos que todavía no sé ni qué nuevo cuento me quieren colar? Casi lo tengo decidido jeje.
No creo que nunca llegue a profundizar en temas políticos, pero nunca me cansaré de criticar a aquellos que se vanaglorian de dar todo por su pueblo (vamos, nosotros), cuando realmente nunca han dejado de mirarse su propio ombligo. No soporto que me tomen por tonta, y de momento no he encontrado a ninguno que no lo haga. Mientras dediquen su tiempo y esfuerzos a tirarse de los pelos... yo me quedo en casa viendo las carreras.
Muchas gracias por tu parrafada Falete.
Un besico.