domingo, 25 de julio de 2010

Busco... y a veces encuentro algo, y a veces no

Acabo de volver de mis tradicionales vacaciones rurales (traducción: 5 días en "el pueblo de mi padre", con la única compañía de mi familia, las hormigas y demás bichos, y alguna que otra señora-mayor-de-pueblo-que-se-pasea-en-delantal), y yo me siento igual.
Cada vez que voy al pueblo, y ahora más que nunca, lo hago con la esperanza de encontrarme a mi misma. La verdad es que no sé muy bien en qué consiste ésto, pero es tan típico oir que esos momentos de calma y tranquilidad son perfectos para entrar en contacto con el "yo interior"... que yo también quiero, porque debe de ser la bomba!! Por algo se planteará como el quid para sentirse a gusto con uno mismo, la clave que nos ayudará a ser más felices, ¿no? Pues nada, yo creo que voy a tener que esperar un año más, hasta el verano que viene, para volver a intentarlo.
Porque en estos días, encontrar, lo que se dice encontrar... creo que sólo puedo mencionar unos maravillosos arbustos repletísimos hasta los topes de frambuesas. Aunque lo mismo que yo encontré el susodicho matorral, también hubo una vecina que me encontró a mí metida en el corral que no era mío, en mitad de mi merienda.
Por otro lado, creo que la desconexión me ha sentado bien, aunque sólo sea un poco. ¿Acaso no es recomendable resetear de vez en cuando los ordenadores, para "hacer limpieza"? Pues yo me he reorganizado el disco duro. La verdad es que apenas he extrañado la conexión a internet o tener una televisión a mi entera disposición. ¡¡Incluso he llegado a olvidarme el móvil encima de la mesilla!! Y es que a veces se nos olvida que sigue habiendo vida más allá de los bullicios actuales, del ruido, de la rutina, de las prisas... Hasta que notas que necesitas un cambio de aires. Es una pena que todo se vaya al garete en cuanto vuelves y te encuentras con una bandeja de entrada que acumula casi 100 e-mails...

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