
Ahora me estoy dando cuenta de cuánto echo en falta esas tardes que pasaba de pequeña en casa jugando con mi hermana o mis padres o cualquiera de los muchos juegos de mesa que teníamos por casa: La Herencia de Tía Ágata, el Cluedo, Tabú... Pero a mi me encantaba el Hotel, una especie de Monopoly en el que tenías que ir levantando tu imperio hotelero. ¡Qué recuerdos! ¡Qué tiempos aquellos!...
...¡Qué cosas nos empiezan a meter por los ojos en nuestros años mozos! Porque luego
nos extraña oír hablar de políticos corruptos, de burbujas inmobiliarias, de lo caro que está el precio del metro cuadrado... y resulta que apenas sabemos sumar y ya andamos pensando en como chorizar unos billetes de papel a la banca sin que el compañero de al lado se entere. Me he dado cuenta de ésto hoy mientras desayunaba delante de la televisión, al ver un anuncio del Monopoly. La próxima vez, prestad un poco de atención, y veréis que no se diferencia tanto de lo que podríamos escuchar en la sección de política de un informativo. Tal vez este año hubiese sido buena idea lanzar un nuevo juego educativo, algo así como "¡Sal del agujero!" o "No pierdas tu empleo". Hay que ver, hasta el mundo infantil es cada vez menos infantil. ¿No creéis?

1 comentario:
jajajajajajaja buenísimo Baya (vaya!!)!!!
Mis hermanos y yo, en aquellas grandiosas noches de monopoly (una partida llegó a durarnos 3 días), decidimos imprimir a color un billete nuevo, de 10.000, que era de color amarillo. Lo recuerdo perfectamente... y teniamos un mamoneo con trincar la caja de refilón...
Lo has clavao!! jaja, sin duda alguna el trivial nunca aburre, así que cuando tú quieras patxina, estoy preparado para una batalla mujer-hombre, besines!
Publicar un comentario