¿Alguien puede decirme qué le he hecho yo al Señor del Metro Bilbao? Ya sé yo para qué hay tantas cámaras... Me vigilan, me acechan, y cuando ven que voy a montarme en el ascensor que baja al andén, hacen salir a un montón de pedorros e incompetentes (al más puro estilo "El Show de Truman") a los que les cuesta entender que si se colocan entre los sensores, la puerta del ascensor nunca se va a cerrar. Luego, llenan los pasillos de gente que no tiene prisa, que se dedica a pasear entre las canceladoras y expendedoras de billetes. Y uno de mis momento favoritos es el de bajar las escaleras finales hasta el andén, cuando ves que las puertas del metro están abiertas, y que si corres lo coges. Pero dichas escaleras están plagadas de gente que no entendió eso de "vamos a dejar un hueco para la gente que baja". Te ven que vas volada, pero la calma chicha les gobierna, y a ti te toca ver cómo se te escapa por 3 segundos. Esos segundos que has perdido esperando a las puertas del ascensor se terminen de cerrar, o esquivando gente, o saltándola casi.
Pero lo más curioso es que esto sólo ocurre cuando voy con el tiempo justo, cuando no me puedo permitir perder ni un segundo. Realmente, el Metro de Bilbao tiene un servicio genial, y la mayor parte del día tienes metros cada 3 minutos. Pero, como esta vida parece que se ríe de nosotros con sarcasmo, cuando voy tarde a algún sitio hay algún problema que hace que el metro tarde 8 minutos en llegar.
Qué feo me parece, Señor del Metro Bilbao, que con todos los dineritos que les dejo yo, que me casco 4 o 5 viajes al día, no se me ofrezca, por lo menos, un servicio preferente. Ya sabéis, como en Port Aventura, que si pagas un poco más no tienes que esperar colas en las atracciones. No pido un servicio de cafés durante el trayecto, pero por lo menos no me envíe a los bloqueadores-de-puertas-de-ascensor. ¡Joé!
NOTICIA 2369ª DESDE EL BAR: EL GOLFO DE MÉXICO
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