Este verano he descubierto los mandalas. Hay muchísima información en la red, y una infidad de imágenes preciosas. Resulta que pintar mandalas, además de resultarme muy entretenido, es incluso una especie de "terapia". Es una práctica muy empleada con niños pequeños y personas mayores, porque ayuda a desarrollar la creatividad, a mantener la mente ocupada... incluso se puede conocer la personalidad a través de los colores empleados y la forma en que se colorean. A mi, todas estas cosas que tienen su "toque zen" me parecen fascinantes. Además, antes de oir de ellos, supongo que pasaba todo por alto, pero ahora, cada vez que entro en una librería, me topo con algún libro o cuaderno con mandalas para colorear.
Sin embargo, como no es cuestión de derrochar los dineros, es mucho más sencillo (bueno, sencillo no, pero sí barato) imprimirlos en casa.
Y así, con la tontería, el "descanso" ya no esalgo abstracto, sino que se le puede poner un poco de color.