Hace más o menos un año... pasé varias horas subiendo vídeos (más o menos vergonzosos) de una servidora en su festival de ballet de fin de año, e intentando explicar lo que éste día significa para mi.
Hace una semana... estaba ya descansando, tras un agotador aunque estupendo nuevo festival. Esta vez nos tocó madrugar, y a las 5 de la mañana estábamos entrando al teatro, con los moños bien peinados y los nervios puestos. Lo peor siempre son los ensayos. De repente, te ves en el escenario, y el peso de ver el patio de butacas, todavía vacío, es muy grande. Nada sale tan bien como en clase, y quieres repetir, y repetir... pero las 11 de la mañana cada vez se acercan más, y hay muchas alumnas con muchos bailes por ensayar. Tienes un par de oportunidades... y gracias.
Este año, los nervios estaban más atacados que nunca. A todas se nos notaba en la cara. Apenas habíamos empezado, y ya estábamos deseando que acabara. Yo pensaba que no tenía sentido, puesto que este año hemos "currado" más que nunca, llevábamos todas las coreografías aprendidas al milímetro y marcadas casi a la perfección, con muchísimas horas de trabajo detrás... con esto, tendríamos que haber llegado con la tranquilidad del trabajo bien hecho. Pero supongo que esto mismo tiene su doble cara, y es una gran presión. No porque las profesoras nos exigieran unos buenos resultados, sino que es una cuestión personal. Por lo menos en mi caso, y me apuesto mi par de puntas a que a mis compañeras les pasaba exactamente lo mismo. En tu interior sabes cuánto esfuerzo te ha supuesto llegar ahí, y sabes que el fin de todo ello es hacer una buena representación. Hasta ahí, todo bien. Pero... ¿y si el destino decide fastidiarte? Entonces todo tu trabajo se esfuma en medio minuto. Y ese pensamiento no ayuda mucho, pero es tan difícil desecharlo, y los nervios son tan traicioneros...
Sea como sea, las horas pasan, y llega el momento de ponerse las medias nuevas, el maillot negro y reunirnos todas en el escenario, que ya tiene el telón cerrado. Y ahí todo cambia. Hayas hecho buenos o malos ensayos, de repente todo es euforia, una corriente de nervios que parece que se te escapan por las puntas de los dedos. Sabemos que la adrenalina nos va a mantener al 200% en las próximas horas. Y la cortina se abre y empieza a sonar la pieza con la que comenzamos todos los años (eso consigue que cada vez que escuchamos la sinfonía nº 41 "Júpiter" de Mozart nos traslademos mentalmente a ese escenario, con todas las emociones que eso conlleva) Y a partir de ahí, podríamos decir eso de "De perdidos, al río". El trabajo ya está hecho, y el momento ha llegado. Lo único que puedes hacer es disfrutarlo, porque pasa demasiado deprisa.
Y de momento, dejo otro vídeo, con la danza que corresponde a cada curso (para que nos entendamos, es uno de los "ejercicios" que cada curso prepara para sus exámenes). Es cortita y algo "light" para dar por terminado el primer fascículo de este festival. Que, como ya dije en su momento, es un tanto vergonzoso de enseñar, pero es de lo poco que tengo que ofrecer. Que, a su vez, ya es bastante.